Desde entonces, hace más de 15 siglos, y no sabría hasta cuando en el futuro, al sol nada le duele, es como si fuera a nacer y recobrar la vida a punta de su propia sombra (no tiene sombra). Me enervan sus latidos, se me traman sus aire, se me acelera el pulso y mis manos toman la posición que tenia probablemente en la probeta que mire de niño durante esos dos días seguidos en el ayuntamiento de gasolina.